domingo, 26 de diciembre de 2010

Tu Cónyuge NO es tu Competencia

 
 

Enviado por Gonzonet a través de Google Reader:

 
 

vía Hijos Exitosos de Edwin Amaya el 25/12/10

En la primera parte de este post hablo acerca de la fragilidad del matrimonio y de cómo ello afecta la seguridad emocional de tus hijos.

La reflexión pretende hacernos un llamado a considerar lo fácil que es destruir un hogar y nos llama a luchar por hacer viva la promesa de "amarnos para siempre".

Desde luego, cuando hablo de temas como este nunca falta quien me escriba para reclamar que estos son conceptos "del siglo pasado" o bien "pasados de moda". Aún así, elijo seguir creyendo en los hogares fuertes y estables, conformados por hombres y mujeres temerosos de Dios que saben que luchar y mantener el compromiso es de alto valor para la sociedad y especialmente para sus hijos.

Hay muchas razones por las que un matrimonio se debilita, sin embargo, buscando algunas de las más comunes encuentro una de las más destructivas y devastadoras: la competencia entre cónyuges.

Tal vez sea la mentalidad de escasez o por vivir en un sistema moderno en la que aparentemente tienes que competir para "obtener lo que tienes", pero este es un mal que afecta a las parejas y destruye sin numero de hogares cada año.

  • ¿Quién administra el dinero?
  • ¿Quién manda en casa?
  • ¿Quién es la autoridad (o la última palabra)?
  • ¿Educamos a los niños a mi modo o al tuyo?
  • ¿Mis principios o los tuyos?
  • ¿Mis valores o los tuyos?
  • ¿De quién aceptamos consejos de tus padres o de los míos?
  • ¿Quién trabaja, quién no?
Y un sin fin de cuestionamientos como estos que posiblemente al inicio del matrimonio eran simples dudas comunes pero que con el tiempo se vuelven zonas de conflicto.

La falta de voluntad para ceder, el orgullo, el egoísmo, las influencias de amigos (o amigas) que te dan "sus mejores consejos" y los conceptos de la vida moderna son solamente algunas de las fuerzas que te mueven a ser cada día menos tolerante, menos flexible y menos dispuesto(a) a luchar por tu matrimonio.

Decidimos competir a distintos niveles de fricción por lograr nuestros objetivos conscientes de la tensión que esto genera en la familia. Llegamos al extremo de no importarnos los sentimientos y aflicciones que causamos a nuestros pequeños hijos con riñas y peleas por mantener el control. Sin darnos cuenta, nuestro esposo o esposa lejos de ser el aliado se convierte en nuestro enemigo.

Finalmente, pareciera que es más fácil abandonar, huir, escapar y "seguir tu camino" antes que luchar por mantener la palabra de seguir juntos "hasta que la muerte los separe".

Talvez sea tiempo de volver a las sendas antiguas y recordar que el mayor regalo de seguridad emocional para nuestros hijos es ver a sus padres juntos, amándose y tolerándose superando las dificultades, conscientes de que nunca será fácil pero que lograrlo vale la pena. Puedes tener la seguridad que con el pasar de los años, tus hijos lo agradecerán y tu también.

Puedes ver la primera parte de este tema haciendo clic acá: Luchar por tu Matrimonio es de Alto Valor para tus Hijos

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